Un 87% de varones jóvenes consideran que la pornografía es un fiel reflejo de la sexualidad real

La nueva investigación en la que colaboramos las universidades de Illes Balears y Santiago de Compostela (a través de la Escuela Universitaria de Trabajo Social), el Centro FAIA de investigación y la red Jóvenes e Inclusión muestra nuevos datos para entender cómo el modelo de la nueva pornografía se ha colado en la vida sexual de los y las jóvenes. La clave es que se asoman a ella sin empatía ni conciencia crítica, en parte por haber tenido una educación afectivo sexual precaria.

El acto de presentación ha tenido lugar esta mañana, con motivo del Día Internacional para la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres. En él han participado Carlos Rosón, presidente de la red Jóvenes e Inclusión y co-coordinador de la publicación; Esther Torrado, experta en estudios feministas y violencia sexual y profesora de la Universidad de La Laguna; Teresa Facal, co-coordinadora del libro y directora de la Escuela de Trabajo Social de la Universidade de Santiago de Compostela; y Lluís Ballester, profesor doctor de la Universitat de les Illes Balears y también coautor. El video completo de la presentación está disponible en este enlace.

El estudio presentado hoy muestra que detrás de este aumento está el fenómeno de la desconexión empática: un apagado de la conciencia que permite ver contenidos vejatorios sin cuestionarlos moralmente.

Este libro continúa la vía abierta con Nueva pornografía y cambios en las relaciones interpersonales (Octaedro, 2019), que ya apuntaba que el consumo de nueva pornografía se generaliza a los 14 años y los primeros accesos se dan ya desde los ocho.

En esta nueva publicación, un estudio realizado con alumnado universitario (de 18 a 26 años) ofrece resultados similares: un 56% empezaron a ver porno en internet con 15 años o menos. Uno de cada tres chicos y una de cada seis chicas lo consumen a diario.

Baja la empatía, crece el consumo y sus efectos

En la Nueva Pornografía Online (NPO) caben todo tipo de prácticas sexuales, desde las más convencionales hasta prácticas de gran riesgo o directamente ilegales. Y su consumo no deja de aumentar: el portal pornográfico más visitado del mundo registra 3 millones de visitas por hora y mueve cada día 8 veces más volumen de datos que Facebook. Según datos de este mismo portal, el tráfico diario aumentó en España más de un 60% durante los primeros días de confinamiento el pasado mes de marzo.

El estudio presentado hoy muestra que detrás de este aumento está el fenómeno de la desconexión empática: un apagado de la conciencia que permite ver contenidos vejatorios sin cuestionarlos moralmente.

Esta desconexión es tanto emocional como cognitiva: lo toman como una ficción y eso les permite proteger su conciencia. Es además muy difícil de cambiar: un programa posterior de sensibilización de un mes de duración no logró modificar sustancialmente su percepción ni hábitos de consumo.

Un 11% de las mujeres afirman haber recibido violencia de alguna pareja sexual, entendida esta violencia como asfixiar, pegar o escupir.

Dos de cada tres chicas y chicos universitarios consultados creen que ver porno no tiene ningún efecto negativo. Aunque un 70% sí han detectado algún tipo de violencia en sus contenidos, solo un 16% piensan que puede generar violencia contra las mujeres.

El estudio presentado hoy muestra que detrás de este aumento está el fenómeno de la desconexión empática: un apagado de la conciencia que permite ver contenidos vejatorios sin cuestionarlos moralmente.

Modelo de sexualidad a imitar

El consumo frecuente de NPO se asocia a creencias que justifican su consumo, más arraigados entre los varones. Un 87% de hombres consultados creen que el porno es fiel a la sexualidad real (por un 42% de las mujeres) y que los hombres están más interesados por el sexo que las mujeres, entre otros mitos.

También se verifica que la nueva pornografía es el modelo de sexualidad que cada vez más jóvenes -sobre todo los varones- buscan replicar, trasladando conductas de riesgo y violentas propias de estos contenidos a sus propias relaciones sexuales.

Las conductas más frecuentes son el sexo sin preservativo (55,6% de hombres por un 24,4% de mujeres), el sexo en grupo (18,5% de hombres por un 6,7% de mujeres) y grabar en video a otras personas (13% de hombres por 0% de mujeres).

Además, un 11% de las mujeres afirman haber recibido violencia de alguna pareja sexual, entendida esta violencia como asfixiar, pegar o escupir. En cuanto a la escalada de conductas, un 5,6% de hombres afirma haber pagado por tener sexo después de ver pornografía.

Diez claves para un nuevo modelo de educación afectivo sexual

Internet es la gran escuela de sexualidad de la juventud. La educación sexual que han recibido una gran mayoría de chicos y chicas no les ha servido para resolver sus dudas o compensar lo que internet les ofrece. Solamente dos de cada diez jóvenes consideran satisfactoria la educación sexual que han recibido.

Un análisis realizado por comunidades autónomas demuestra que España se está quedando muy atrás. La EAS en España sigue por lo general reducida a la anatomía, las enfermedades de transmisión sexual y la salud reproductiva. El reto sigue abierto en todos los territorios, si bien en distinto grado.

Si las y los adolescentes no encuentran respuestas satisfactorias en la familia y los centros educativos seguirán buscándolas en la pornografía y la prostitución, lo que supone un alto riesgo de perpetuar la violencia contra las mujeres.

El aumento de conductas sexuales violentas y de riesgo hace muy urgente la implantación de un nuevo modelo de educación afectivo sexual (EAS). El libro propone un decálogo de claves para ello, elaborado tras consultar 114 publicaciones especializadas y contrastado con una treintena de expertas y expertos internacionales.

En primer lugar, la EAS debe implantarse en el currículum ya en Educación Infantil y hasta la etapa universitaria; tener como eje central las emociones y actitudes; estar adaptada a las distintas edades y abordar los efectos de la cultura de pantallas e internet en la sexualidad de niñas, niños y jóvenes.

La EAS debe llegar al conjunto de la sociedad. Es imprescindible implicar a las madres y padres con programas que les permitan mejorar sus competencias. También contar con profesorado y personal sanitario formado específicamente para ello.

Pacto de Estado

Como resultado de todo lo anterior, es urgente un pacto de Estado que cuente con el consenso de las fuerzas políticas para implantar la EAS en el currículum escolar desde la etapa infantil; con carácter universal y obligatorio; de forma transversal y adaptada a la edad; basada en el conocimiento científico; orientada a crear relaciones afectivas y una sexualidad sana; con enfoque co-educativo y de género; y que fomente un clima de respeto y valoración de las diferencias.

Si las y los adolescentes no encuentran respuestas satisfactorias en la familia y los centros educativos seguirán buscándolas en la pornografía y la prostitución, lo que supone un alto riesgo de perpetuar la violencia contra las mujeres.

Estas acciones son imprescindibles para poner freno a la violencia sexual en todas sus formas y a la discriminación por género u orientación. Solo desde aquí es posible garantizar que las y los jóvenes puedan relacionarse desde su condición de libres e iguales.

En una sociedad que se caracteriza por su diversidad social, cultural, ideológica y religiosa, el nuevo modelo de EAS debe huir del relativismo cultural y cimentarse en la defensa de los derechos humanos y la dignidad de las personas.